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Soberanía alimentaria

Soberanía alimentaria

El actual modelo de producción y distribución de alimentos tiene graves consecuencias para las personas y el medio ambiente. El abuso de pesticidas y fertilizantes químicos, los monocultivos, la deforestación y el acaparamiento de tierras son algunos de los problemas clave que nos afectan de manera decisiva.

Este modelo industrial no solo amenaza la agricultura local y a pequeña escala, sino también la alimentación a nivel mundial. El problema no es la escasez de alimentos, sino la distribución desigual de los recursos agrícolas y alimentarios. La expansión de la agricultura industrial, en manos de unas pocas empresas, es uno de los principales factores detrás de esta situación. El negocio global de la alimentación ha desplazado a gran parte de la población de sus tierras, comprometido la biodiversidad agrícola y ganadera, y acaparado suelos fértiles y agua.

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La agricultura industrial considera los alimentos como meras mercancías y busca maximizar los beneficios de algunas empresas, utilizando grandes cantidades de recursos naturales valiosos, como suelo fértil y agua, para producir cultivos que no están destinados a alimentar a las personas. Este es el caso de los grandes monocultivos de soja, palma aceitera o caña de azúcar, que se extienden a expensas de ecosistemas importantes como los bosques tropicales.

 

Mientras muchas personas carecen de acceso a alimentos y recursos para producirlos, la tierra cultivable se destina a monocultivos para los mercados. El fomento de los agrocombustibles y el aumento del consumo de carne agravan aún más esta situación. La agricultura como negocio no tiene en cuenta ni el medio ambiente ni la salud, ya que en su búsqueda de beneficios, agota los recursos naturales para producir alimentos de baja calidad.

 

Los grandes monocultivos y el uso de tóxicos en la agricultura industrial comprometen seriamente los recursos naturales. El uso de pesticidas y fertilizantes químicos ha aumentado considerablemente con el tiempo. Estos monocultivos dependen de insumos derivados del petróleo y son altamente contaminantes para el agua y el suelo. Además, la expansión de la agricultura industrial se realiza a expensas de ecosistemas valiosos como las selvas tropicales.

 

En las últimas décadas, se han introducido cultivos transgénicos como parte de la agricultura industrial. Sin embargo, aún no se ha demostrado su inocuidad ni se sabe cómo afectarán al medio ambiente. Por otro lado, se ha comprobado que las promesas asociadas a esta tecnología son falsas: no son más productivos ni nutritivos, ni están adaptados a condiciones adversas de cultivo.

 

La producción de carne también representa un desafío importante, ya que requiere grandes cantidades de agua y tierras para alimentar al ganado, además de generar una huella ambiental significativa debido al transporte y la logística. Es una de las principales causas del cambio climático, la deforestación y el acaparamiento de tierras. El consumo excesivo de carne representa un desperdicio de recursos naturales escasos, con repercusiones negativas para la salud y el medio ambiente.

 

La alimentación es un derecho básico, pero se ha convertido en uno de los negocios más lucrativos en la actualidad. Es fundamental garantizar el acceso a alimentos saludables, variados y suficientes. Para lograr este objetivo, defendemos la soberanía alimentaria.

Desde Amigos de la Tierra, proponemos:

La relocalización de la producción y distribución de alimentos

Fomentando los canales cortos de comercialización, como la venta directa, los mercados locales y los grupos de consumo.

Una política agraria que incentive la producción de alimentos sanos

Fomentando modos respetuosos con el medio ambiente y el crecimiento de la población rural.

Una agricultura libre de transgénicos

Como requisito fundamental para que el sector agrario mantenga la capacidad de decidir sobre sus propias semillas.

La compra pública responsable de alimentos

Teniendo en cuenta criterios de proximidad y generación de empleo en áreas rurales. Cada año, las administraciones gastan grandes sumas de dinero público en alimentos para colegios, hospitales, etc.